Llueve intensamente, es Jueves Santo, y sentando en la ventana de la sala de casa veo el frondoso jardín del patio y la lluvia caer. Anunciaron un frente frío que para esta época del año llega tarde, al igual que la lluvia. El olor de la vegetación entra por la pequeña abertura de la ventana que deja penetrar la brisa aromática y algunas gotas de lluvia.
Ante este panorama climático y sin poder salir a tomar las gotas de sol acostumbradas de la mañana recuerdo que no estás, que por estos días andas de viaje hacia un mundo desconocido. Me abruma la soledad y el vacío de las horas. Me pongo a hablar solo, como loco encerrado en un manicomio, buscando la compañía que no existe.
Sin embargo, hoy están conmigo la lluvia y el sonido de las gotas al caer. Sentado en el marco de la antigua ventana disfruto la humedad que va dejando en ella la lluvia, con los dedos de la mano derecha juego con el agua y creo pequeños afluentes de un supuesto río llamado Guanamón.
Así se van las horas, jugando como niño pequeño que no fue a clases, feliz de quedar en casa y disfrutar de un día de vacaciones forzado.