lunes, 10 de marzo de 2025

Almodóvar me gusta y ¿La habitación de al lado?

Por Abel Álvarez 

En casa, hemos estado siguiendo entrevistas, trailers y fragmentos mucho antes de que la película “La habitación de al lado” (The Room Next Door”), el primer largometraje en inglés del director español Pedro Almodóvar se estrenara; por lo que la historia no era totalmente desconocida. Almodóvar, es un cineasta que disfruto cómo dirige a sus actores y las historias que cuenta. El uso de los colores en su cine, por momentos los percibo forzados, pero si vas a ver las citas del director, lo asumes y ya está. Es su mundo. 


En Madrid fui a una sala de cine, a pesar del frío y la larga espera de hora y media a que iniciara la proyección, los cálculos para llegar al lugar no me salieron bien. Las paradas y conexiones de Metro primero y después la muchas cuadras de caminata con un viento gélido de diciembre, me golpearon en el rostro. Aquí en Estados Unidos la proyectaron en un cine cercano a casa, pero preferí esperar a que me llegara un Blu-ray desde Europa.


La cinta como se han dado cuenta los que la han visto, trata fundamentalmente de la empatía entre los amigos y el derecho a decidir hasta cuándo vivir.


Tilda Swinton, una gran actriz, eso tengo que dejarlo claro, pero no logra conectarme con su personaje, mucho antes de su estreno lo sentía en los clips de promoción, pero esperé para no prejuzgar antes de ver todo el metraje. Tiene momentos en que le creo que Martha es una mujer enferma, pero otras veces no me pasa. Desde los primeros minutos sentí como si soltara los textos sin entender el recorrido de esa mujer reportera de guerra enferma de cáncer; y que entre ella y Julianne Moore (Ingrid) no existiera esa cercanía. Sé que el director ha hecho hasta lo indecible en cada entrevista para destacar su valía. Quizás sienta lo mismo que yo y trata de defender a su protagonista.


Sin embargo la contundencia de Julianne Moore, la gran protagonista de la película, es sobrecogedora. Cada acción, cada gesto de duda y preocupación es tan real, tan de cercanía y de sacrificio hacia el otro a cambio de nada, que apabulla. 


Y es que, claro, hay momentos en que no somos la primera opción de la gente, y mucho menos para acompañar a alguien a morir, pero no por eso debemos ir por el mundo cuestionando porqué no somos el primero de la lista de afectos. Eso hace el personaje de Moore, que a pesar de todo ahí está. 


Las escenas rescatables de Julianne y Tilda, son varias. La del apartamento cuando por edición el corte nos trae desde un espacio exterior, o alguna conversación en la majestuosa casa del bosque y sus alrededores. El gran silencio en la tumbona. Y ese final de Tilda haciendo de su propia hija es estremecedor. 


Particularmente me gustó, John Turturro, ese hombre compartido por ambas en momentos juveniles de sus vidas. 


Lo otro poco creíble, es el incendio de una casa en el medio de la nada. Vicky Luengo, usa todos los recursos para desgarrase y entregarse, pero no me creo el incendio, ni a los bomberos. 


En el montaje, los frecuentes cortes me sacan de la atmósfera y de las confesiones, los colores pasteles a veces estridentes y una escenografía poco lograda en el hospital. Tengo la percepción que la película agarra atmósfera íntima y cercana con el espectador al llegar a la renta para el último suspiro de Martha.


Almodóvar tenía sus reservas de filmar en inglés, y lo entiendo, es un mundo lejano culturalmente y no siempre la imaginación del manchego puede aclimatarse y empastarse en todas las narrativas y espacios. Aunque esto es lo que me dejó la película, creo que hay que verla. Vale la pena.